martes, 15 de septiembre de 2009

OST's DE JUEGOS, LLEGAR Y LLEVAR

Bueno, buscando la banda sonora de Top Gear 2 (que me parece perfecta para el juego), me tope con ciertas paginas desde donde se pueden descargar OST de juegos clasicos y mas nuevos tambien. Te gusta la intro de Super Mario World? la Chemical Plant de Sonic 2? la de God of War? pues estas paginas las tienen...

gh.ffshrine.org/soundtracks.php
www.emuparadise.org/soundtracks
www.newchallenger.net/
www.classicgaming.com
www.circleofdeth.com
www.segaxtreme.net
www.tendoweb.com

Y bueno, buscaba esta cancion en especifico:

CONTRA EL VIENTO


Un temazo, con líricas que me tocan bastante. No se por que, pero esta canción me trae un montón de recuerdos, buenos y malos. Miro atrás y creo que eso que una vez soné, esta demasiado cerca aun. Cuando no se sabe que pensar, es mejor no hacerlo, asi de simple. Dejare que las cosas simplemente pasen, aunque ya pasaron. Todo esto, por una mujer que quizas nunca supe entender, pero que definitivamente me gustaria entenderla...



Recuerdos de cristal... de aquello que ocurrió...
qué lejos queda todo cuando se siente dolor.
Condenado a morir, nada que negociar:
la vida es un juego y todo tiene un final.

Tumbado en una cama, colgado de un hilo de voz...
perdido en ese mundo, que es para él su habitación,
ve pasar los minutos desde un cruel viejo reloj:
conoce las miradas, la esperanza murió.

Dicen que pronto partirá a ese lugar
donde no hay mal ni pasa el tiempo.
Quiere dormir y despertar,
quiere volar un día más... contra el viento.

Observa alrededor lo fácil que es vivir;
aquel que todo tiene no se cree ser feliz.
Su sangre espera ya la hora de su fin...
qué pronto renunciamos sin ni siquiera combatir.

Él no cree en milagros, sabe que querer es poder:
aquel que nada quiere, nada puede obtener.
Viviendo los segundos como una oportunidad
de jugar la partida, luchando hasta el final...
hasta el final...

Dicen que pronto partirá a ese lugar
donde no hay mal ni pasa el tiempo.
Quiere dormir y despertar,
quiere volar un día más... contra el viento.


pd: gracias a no se quien por la foto.

lunes, 14 de septiembre de 2009

SEPTIEMBRE: AGUANTE LA ROJA!!!

Es septiembre, el cumpleaños de mi patria y como ya lo he hecho antes, quisiera mostrar algo "tipico" de mi hermoso pais.

Cambiando un poco de tema, nunca deje de creer en la roja de todos, sabia que algun dia me daria alegrias increibles como esta pasando ahora. Todo un pais confia en Bielsa, todo un pais cree que Sudafrica esta cerca... yo tambien lo creo, la fe nunca me ha faltado. VAMOS CHILE! AGUANTE LA ROJA!!!

Aqui un recopilatorio con goles a lo largo de estas clasificatorias:

METAL GEAR: THE BEST IS YET TO COME - OST



Entre las mejores canciones para el OST de un juego que he escuchado. Por Lejos. Quizas si no han jugado la primera entrega de Metal Gear para Play Station, no entiendan mucho, no llegen a captar en toda su esencia la tremenda emotividad que llega a emanar esta cancion. Mi juego preferido por lejos, con una de las mejores OST para un juego que jamas escuche, termina con una hermosa cancion llena de esperanza para un juego que te abre los ojos a un mundo tristemente real...

Como dice la cancion, lo mejor esta por venir. Sencillamente notable.


sábado, 12 de septiembre de 2009

LA NUEVA FUNDACION OPEN SOURCE DE MICRO$OFT


Primero Microsoft lanzó sus propias licencias de código abierto, después su propio sitio para el alojamiento de proyectos de código abierto y ahora también CodePlex Foundation (Codeplex.org), una fundación de código abierto sin fines de lucro para apoyar a los proyectos de la comunidad y que actualmente cuenta con más de 10.000 proyectos alojados en el sitio.

CodePlex Foundation es un esfuerzo por separado del sitio de Codeplex.com y cuyo objetivo es ayudar a obtener más desarrolladores comerciales que participen del código abierto.

Nosotros creemos que las compañías de software comercial y los desarrolladores pueden trabajan juntos y participar de proyectos de código abierto.

Un dato interesante es el hecho de que Miguel de Icaza será parte del consejo de administrativo de la CodePlex Foundation, que la parecer es una buena idea dentro del ecosistema de Microsoft, pero mientras se compromete seriamente a ser abierto y transparente en todos sus problemas de patentes, se sigue enfrentando el resentimiento de muchos miembros de la comunidad de código abierto.


cita, imagen y agradecimientos a: www.fayerwayer.com

mas info: micro$oft lanza su fundacion open source

Por mi parte puedo decir que y espero me perdonen, Bill Gates es un grandisimo hijo de puta. Pero hubiese pagado por ver la cara de triunfo de Richard Stallman jajaja aunque a Micro$oft no le creo ni lo que reza. Ya veremos en que queda la fundacion de codigo abierto de ms.

Lo ultimo... para que crear una nueva fundacion? en vez de unir fuerzas?

GAFAS A LO COUNTER STRIKE



Te gustan los juegos FPS (First Person Shooter)? si bien CS (Counter Strike) no es mi favorito, la idea es ultra geek. Ahora, ir a comprar ya no sera lo mismo, cada salida sera un nuevo desafio. descargense e impriman el pdf para tener sus gafas a lo CS.

Aqui el link de la pagina de descarga y mas info sobre las gafas de FPS.

http://www.datenform.de/fpseng.html

EDGAR ALLAN POE | EL CORAZON DELATOR


¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

FIN

LA CERVEZA Y SUS FRASES


Aqui, una recopilacion de frases chelisticas. notables muchas de ellas:

Las mujeres son muy parecidas a la cerveza, huelen bien, lucen bien y uno podría pasar por encima de su madre contar de conseguir una.
Homero Simpson

Siempre haz sobrio, lo que harías si estuvieras borracho, eso te enseñará a mantener tu boca cerrada.
Ernest Hemmingway

La cerveza es la prueba de que Dios nos ama y nos quiere felices.
Benjamin Franklin

Una mujer me inició a tomar y yo ni siquiera tuve la decencia de agradecérselo
W.C. Fields

Diálogo entre Lady Astor y Winston Churchill
LA: Sr. si usted fuera mi esposo, envenenaría su trago
WC: Madam, si usted fuera mi esposa me lo tomaría.

El trabajo es la maldición de la clase tomadora
Oscar Wilde

Sin lugar a duda el mejor invento en la historia de la humanidad es la cerveza. Bueno reconozco que la rueda también es un buen invento pero no va tan bien con la pizza
Dave Barry

El problema con el mundo es que todos están unos pocos tragos atrás
Humphrey Bogart

Las personas que toman cerveza light no gustan del sabor de la cerveza, sólo les gusta orinar bastante.
Capital Brewery, Middleton, WI

Denme una mujer que ame tomar cerveza y yo conquistare el mundo.
Kaiser Welhelm

Yo tomo para hacer a las demás personas interesantes.
George Jean Nathan

Un hombre inteligente es a veces forzado a emborracharse para pasar un rato con los tontos.
De Whom the Bell Tolls, Ernest Hemmingway

Un vaso de bitter o de pale ale, tomado con la comida principal del día, hace más bien y menos daño que cualquier medicina que un medico pueda recetar.
Dr. S. Carpenter, 1750

Hay más viejos borrachos que viejos doctores.
Anónimo

La cervecería es la mejor farmacia.
Porverbio alemán

Doctores y medicinas, tenemos más que de sobra...lo que necesitamos, por amor de Dios, es que nos envien cerveza en grandes cantidades
Despacho de la colonia inglesa de Nueva Gales del Sur, 1854


Beer, the cause and solution to all of life's problems
Homero Simpson

24 horas en un día. 24 botellas en una caja. ¿Coincidencia?
Steven Wright

No cacho quiénes dijeron estas, pero están buenas igual:

Un alcohólico es aquella persona que bebe más que su médico.

Dadme un punto de apoyo... y me beberé otra cerveza.

Todos deberíamos creer en algo. Yo creo que tomaré otra cerveza.

Envidio a la gente que bebe, al menos le pueden echar las culpas a algo.

La realidad es una ilusion que ocurre por falta de alcohol.

Este año ya no bebo más. Igual sí, pero más no.

Cerveza: Ayudando a la gente a tener relaciones sexuales desde 1862 (de una cartel publicitario)

El día en que ha de llegar la paz al mundo será aquel en que dos contrincantes compartan una cerveza.

Nunca discutas con quien te va a pagar las cervezas.

Está bien ser abstemio, pero con moderación.

El día que lea que el alcohol y la cerveza son malos para la salud, dejaré de leer.

Es mejor ser un borracho famoso que un alcohólico anónimo.

He gastado el 90% de mi dinero en mujeres y alcohol. El resto lo desperdicié.

Siento pena por los que no beben. Cuando se levantan por las mañanas, es el momento del día en que se sienten mejor.

jueves, 10 de septiembre de 2009

MARCELO RIOS, UN GRANDE

Un homenaje al mejor tenista sudamericano de todos los tiempos. Que clase, habilidad, talento tenia Marcelo Rios. Un crack, no me cabe la menor duda, con su poca humildad caracteristica que lo hizo varias veces merecedor del premio limon en el circuito. Pero eso no le quita meritos a la genialidad desbordante del chino. Aun en el circuito hay tenistas que afirman pagarian por verlo jugar, a ese nivel estamos hablando.

Un punto de su categoria y corte contra otro gran tenista chileno, Marcelo Rios vs Nicolas Massu:


Aqui un compilado con algunos de sus puntos, todos fenomenales por supuesto:


Tambien algo de magia a niveles insospechados:




El ultimo game de aquel duelo contra otro monstruo: Andre Agassi. Marcelo Rios llega al numero uno del mundo:


No tengo dudas, el mejor deportista chileno de todos los tiempos es Marcelo Rios. un crack como pocos.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

JULIO CORTAZAR | LA NOCHE BOCA ARRIBA


A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.

Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.

Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en la piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. "Natural", dijo él. "Como que me la ligué encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerró los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.

Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado, se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.



Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.

Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. "Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.

-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo.

Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última visión de la pesadilla. El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes; como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor; y quedarse.

Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trozito de pan, más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.

Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. "La calzada", pensó. "Me salí de la calzada." Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él aferraba el mango del puñal, subió como un escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando la calzada más allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.

Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.

-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.

Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche. Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. ¿Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.

Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso, en un suelo de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras del templo a la espera de su turno.

Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el más fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como el bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero cómo impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de la vida.

Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegadas a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.

MANUEL ROJAS | EL VASO DE LECHE



Afirmado en la barandilla de estribor, el marinero parecía esperar a alguien. Tenía en la mano izquierda un envoltorio de papel blanco, manchado de grasa en varias partes. Con la otra mano atendía la pipa.

Entre unos vagones apareció un joven delgado; se detuvo un instante, miró hacia el mar y avanzó después, caminando por la orilla del muelle con las manos en los bolsillos, distraído o pensando.

Cuando pasó frente al barco, el marinero le gritó en inglés:

-I say; look here! (¡Oiga, mire!)

El joven levantó la cabeza y, sin detenerse, contestó en el mismo idioma:

-Hallow! What? (¡Hola! ¡Qué?)

-Are you hungry? (¿Tiene hambre?)

Hubo un breve silencio, durante el cual el joven pareció reflexionar y hasta dio un paso más corto que los demás, como para detenerse; pero al fin dijo, mientras dirigía al marinero una sonrisa triste:




-No, I am not hungry! Thank you, sailor. (No, no tengo hombre. Muchas gracias, marinero.)

-Very well. (Muy bien.)

Sacose la pipa de la boca el marinero, escupió y colocándosela de nuevo entre los labios, miró hacia otro lado. El joven, avergonzado de que su aspecto despertara sentimientos de caridad, pareció apresurar el paso, como temiendo arrepentirse de su negativa.

Un instante después un magnífico vagabundo, vestido inverosímilmente de harapos, grandes zapatos rotos, larga barba rubia y ojos azules, pasó ante el marinero, y éste, sin llamarlo previamente, le gritó:

-Are you hungry?

No había terminado aún su pregunta cuando el atorrante, mirando con ojos brillantes el paquete que el marinero tenía en las manos, contestó apresuradamente:

-Yes, sir, I am very hungry! (Sí, señor, tengo harta hambre.)

Sonrió el marinero. El paquete voló en el aire y fue a caer entre las manos ávidas del hambriento. Ni siquiera dio las gracias y abriendo el envoltorio calentito aún, sentose en el suelo, restregándose las manos alegremente al contemplar su contenido. Un atorrante de puerto puede no saber inglés, pero nunca se perdonaría no saber el suficiente como para pedir de comer a uno que hable ese idioma.

El joven que pasara momentos antes, parado a corta distancia de allí, presenció la escena.

Él también tenía hambre. Hacía tres días justos que no comía, tres largos días. Y más por timidez y vergüenza que por orgullo, se resistía a pararse delante de las escalas de los vapores, a las horas de comida, esperando de la generosidad de los marineros algún paquete que contuviera restos de guisos y trozos de carne. No podía hacerlo, no podría hacerlo nunca. Y cuando, como es el caso reciente, alguno le ofrecía sus sobras, las rechazaba heroicamente, sintiendo que la negativa aumentaba su hambre.

Seis días hacía que vagaba por las callejuelas y muelles de aquel puerto. Lo había dejado allí un vapor inglés procedente de Punta Arenas, puerto en donde había desertado de un vapor en que servía como muchacho de capitán. Estuvo un mes allí, ayudando en sus ocupaciones a un austriaco pescador de centollas, y en el primer barco que pasó hacia el norte embarcose ocultamente. Lo descubrieron al día siguiente de zarpar y enviáronlo a trabajar en las calderas. En el primer puerto grande que tocó el vapor lo desembarcaron, y allí quedó, como un fardo sin dirección ni destinatario, sin conocer a nadie, sin un centavo en los bolsillos y sin saber trabajar en oficio alguno. Mientras estuvo allí el vapor, pudo comer, pero después... La ciudad enorme, que se alzaba más allá de las callejuelas llenas de tabernas y posadas pobres, no le atraía; parecíale un lugar de esclavitud, sin aire, oscura, sin esa grandeza amplia del mar, y entre cuyas altas paredes y calles rectas la gente vive y muere aturdida por un tráfago angustioso.

Estaba poseído por la obsesión del mar, que tuerce las vidas más lisas y definidas como un brazo poderoso una delgada varilla. Aunque era muy joven había hecho varios viajes por las costas de América del Sur, en diversos vapores, desempeñando distintos trabajos y faenas, faenas y trabajos que en tierra casi no tenían explicación.

Después que se fue el vapor anduvo, esperando del azar algo que le permitiera vivir de algún modo mientras volvía a sus canchas familiares; pero no encontró nada. El puerto tenía poco movimiento y en los contados vapores en que se trabajaba no lo aceptaron.

Ambulaban por allí infinidad de vagabundos de profesión; marineros sin contrata, como él, desertados de un vapor o prófugos de algún delirio; atorrantes abandonados al ocio, que se mantienen de no se sabe qué, mendigando o robando, pasando los días como las cuentas de un rosario mugriento, esperando quién sabe qué extraños acontecimientos, o no esperando nada, individuos de las razas y pueblos más exóticos y extraños, aun de aquellos en cuya existencia no se cree hasta no haber visto un ejemplar.

*

Al día siguiente, convencido de que no podría resistir mucho más, decidió recurrir a cualquier medio para procurarse alimentos.

Caminando, fue a dar delante de un vapor que había llegado la noche anterior y que cargaba trigo. Una hilera de hombres marchaba, dando la vuelta, al hombro los pesados sacos, desde los vagones, atravesando una planchada, hasta la escotilla de la bodega, donde los estibadores recibían la carga. Estuvo un rato mirando hasta que atreviose a hablar con el capataz, ofreciéndose. Fue aceptado y animosamente formó parte de la larga fila de cargadores.

Durante el tiempo de la jornada trabajó bien; pero después empezó a sentirse fatigado y le vinieron vahídos, vacilando en la planchada cuando marchaba con la carga al hombro, viendo a sus pies la abertura formada por el costado del vapor y el murallón del muelle, en el fondo de la cual, el mar, manchado de aceite y cubierto de desperdicios, glogloteaba sordamente.

A la hora de almorzar hubo un breve descanso y en tanto que algunos fueron a comer en los figones cercanos y otros comían lo que habían llevado, él se tendió en el suelo a descansar, disimulando su hambre.

Terminó la jornada completamente agotado, cubierto de sudor, reducido ya a lo último. Mientras los trabajadores se retiraban, se sentó en unas bolsas acechando al capataz, y cuando se hubo marchado el último acercose a él y confuso y titubeante, aunque sin contarle lo que le sucedía, le preguntó si podían pagarle inmediatamente o si era posible conseguir un adelanto a cuenta de lo ganado.

Contestole el capataz que la costumbre era pagar al final del trabajo y que todavía sería necesario trabajar el día siguiente para concluir de cargar el vapor. ¡Un día más! Por otro lado, no adelantaban un centavo.

-Pero -le dijo-, si usted necesita, yo podría prestarle unos cuarenta centavos... No tengo más.

Le agradeció el ofrecimiento con una sonrisa angustiosa y se fue. Le acometió entonces una desesperación aguda. ¿Tenía hambre, hambre, hambre! Un hambre que lo doblegaba como un latigazo; veía todo a través de una niebla azul y al andar vacilaba como un borracho. Sin embargo, no había podido quejarse ni gritar, pues su sufrimiento era obscuro y fatigante; no era dolor, sino angustia sorda, acabamiento; le parecía que estaba aplastado por un gran peso. Sintió de pronto como una quemadura en las entrañas, y se detuvo. Se fue inclinando, inclinando, doblándose forzadamente y creyó que iba a caer. En ese instante, como si una ventana se hubiera abierto ante él, vio su casa, el paisaje que se veía desde ella, el rostro de su madre y el de sus hermanos, todo lo que él quería y amaba apareció y desapareció ante sus ojos cerrados por la fatiga... Después, poco a poco, cesó el desvanecimiento y se fue enderezando, mientras la quemadura se enfriaba despacio. Por fin se irguió, respirando profundamente. Una hora más y caería al suelo.

Apuró el paso, como huyendo de un nuevo mareo, y mientras marchaba resolvió ir a comer a cualquier parte, sin pagar, dispuesto a que lo avergonzaran, a que le pegaran, a que lo mandaran preso, a todo; lo importante era comer, comer, comer. Cien veces repitió mentalmente esta palabra; comer, comer, comer, hasta que el vocablo perdió su sentido, dejándole una impresión de vacío caliente en la cabeza.

No pensaba huir; le diría al dueño: "Señor, tenía hambre, hambre, hambre, y no tengo con qué pagar... Haga lo que quiera".

Llegó hasta las primeras calles de la ciudad y en una de ellas encontró una lechería. Era un negocio muy claro y limpio, lleno de mesitas con cubiertas de mármol: Detrás de un mostrador estaba de pie una señora rubia con un delantal blanquísimo.

Eligió ese negocio. La calle era poco transitada. Habría podido comer en uno de los figones que estaban junto al muelle, pero se encontraban llenos de gente que jugaba y bebía.

En la lechería no había sino un cliente. Era un vejete de anteojos, que con la nariz metida entre las hojas de un periódico, leyendo, permanecía inmóvil, como pegado a la silla. Sobre la mesita había un vaso de leche a medio consumir. Esperó que se retirara, paseando por la acera, sintiendo que poco a poco se le encendía en el estómago la quemadura de antes, y esperó cinco, diez, hasta quince minutos. Se cansó y parose a un lado de la puerta, desde donde lanzaba al viejo una miradas que parecían pedradas.

¿Qué diablos leería con tanta atención! Llegó a imaginarse que era un enemigo suyo, quien, sabiendo sus intenciones, se hubiera propuesto entorpecerlas. Le daban ganas de entrar y decirle algo fuerte que le obligara a marcharse, una grosería o una frase que le indicara que no tenía derecho a permanecer una hora sentado, y leyendo, por un gasto reducido.

Por fin el cliente terminó su lectura, o por lo menos, la interrumpió. Se bebió de un sorbo el resto de leche que contenía el vaso, se levantó pausadamente, pagó y dirigiose a la puerta. Salió; era un vejete encorvado, con trazas de carpintero o barnizador.

Apenas estuvo en la calle, afirmose los anteojos, metió de nuevo la nariz entre las hojas del periódico y se fue, caminando despacito y deteniéndose cada diez pasos para leer con más detenimiento.

Esperó que se alejara y entró. Un momento estuvo parado a la entrada, indeciso, no sabiendo dónde sentarse; por fin eligió una mesa y dirigiose hacia ella; pero a mitad de camino se arrepintió, retrocedió y tropezó en una silla, instalándose después en un rincón.

Acudió la señora, pasó un trapo por la cubierta de la mesa y con voz suave, en la que se notaba un dejo de acento español, le preguntó:

-¿Qué se va a servir?

Sin mirarla, le contestó:

-Un vaso de leche.

-¿Grande?

-Sí, grande.

-¿Solo?

-¿Hay bizcochos?

-No; vainillas.

-Bueno, vainillas.

Cuando la señora se dio vuelta, él se restregó las manos sobre las rodillas, regocijado, como quien tiene frío y va a beber algo caliente. Volvió la señora y colocó ante él un gran vaso de leche y un platito lleno de vainillas, dirigiéndose después a su puesto detrás del mostrador. Su primer impulso fue beberse la leche de un trago y comerse después las vainillas, pero en seguida se arrepintió; sentía que los ojos de la mujer lo miraban con curiosidad. No se atrevía a mirarla; le parecía que, al hacerlo, conocería su estado de ánimo y sus propósitos vergonzosos y él tendría que levantarse e irse, sin probar lo que había pedido.

Pausadamente tomó una vainilla, humedeciola en la leche y le dio un bocado; bebió un sorbo de leche y sintió que la quemadura, ya encendida en su estómago, se apagaba y deshacía. Pero, en seguida, la realidad de su situación desesperada surgió ante él y algo apretado y caliente subió desde su corazón hasta la garganta; se dio cuenta de que iba a sollozar, a sollozar a gritos, y aunque sabía que la señora lo estaba mirando no pudo rechazar ni deshacer aquel nudo ardiente que le estrechaba más y más. Resistió, y mientras resistía comió apresuradamente, como asustado, temiendo que el llanto le impidiera comer. Cuando terminó con la leche y las vainillas se le nublaron los ojos y algo tibio rodó por su nariz, cayendo dentro del vaso. Un terrible sollozo lo sacudió hasta los zapatos.

Afirmó la cabeza en la manos y durante mucho rato lloró, lloró con pena, con rabia, con ganas de llorar, como si nunca hubiese llorado.

*

Inclinado estaba y llorando, cuando sintió que una mano le acariciaba la cansada cabeza y que una voz de mujer, con un dulce acento español, le decía:

-Llore, hijo, llore...

Una nueva ola de llanto le arrasó los ojos y lloró con tanta fuerza como la primera vez, pero ahora no angustiosamente, sino con alegría, sintiendo que una gran frescura lo penetraba, apagando eso caliente que le había estrangulado la garganta. Mientras lloraba pareciole que su vida y sus sentimientos se limpiaban como un vaso bajo un chorro de agua, recobrando la claridad y firmeza de otros días.

Cuando pasó el acceso de llanto se limpió con su pañuelo los ojos y la cara, ya tranquilo. Levantó la cabeza y miró a la señora, pero ésta no le miraba ya, miraba hacia la calle, a un punto lejano, y su rostro estaba triste. En la mesita, ante él, había un nuevo vaso de leche y otro platillo colmado de vainillas; comió lentamente, sin pensar en nada, como si nada le hubiera pasado, como si estuviera en su casa y su madre fuera esa mujer que estaba detrás del mostrador.

Cuando terminó ya había oscurecido y el negocio se iluminaba con una bombilla eléctrica. Estuvo un rato sentado, pensando en lo que le diría a la señora al despedirse, sin ocurrírsele nada oportuno.

Al fin se levantó y dijo simplemente:

-Muchas gracias, señora; adiós...

-Adiós, hijo... -le contestó ella.

Salió. El viento que venía del mar refrescó su cara, caliente aún por el llanto. Caminó un rato sin dirección, tomando después por una calle que bajaba hacia los muelles. La noche era hermosísima y grandes estrellas aparecían en el cielo de verano.

Pensó en la señora rubia que tan generosamente se había conducido e hizo propósitos de pagarle y recompensarla de una manera digna cuando tuviera dinero; pero estos pensamientos de gratitud se desvanecían junto con el ardor de su rostro, hasta que no quedó ninguno, y el hecho reciente retrocedió y se perdió en los recodos de su vida pasada.

De pronto se sorprendió cantando algo en voz baja. Se irguió alegremente, pisando con firmeza y decisión.

Llegó a la orilla del mar y anduvo de un lado para otro, elásticamente, sintiéndose rehacer, como si sus fuerzas interiores, antes dispersas, se reunieran y amalgamaran sólidamente.

Después la fatiga del trabajo empezó a subirle por las piernas en un lento hormigueo y se sentó sobre un montón de bolsas.

Miró el mar. Las luces del muelle y las de los barcos se extendían por el agua en un reguero rojizo y dorado, temblando suavemente. Se tendió de espaldas, mirando el cielo largo rato. No tenía ganas de pensar, ni de cantar, ni de hablar. Se sentía vivir, nada más.

Hasta que se quedó dormido con el rostro vuelto hacia el mar.


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Mundialmente se conoce mas a Pablo Neruda y a Gabriela Mistral como grandes literatos, pero en Chile esta lleno de ellos, cada uno con su estilo propio y calidad admirable. Manuel Rojas y "El vaso de leche", tienen un recuerdo especial para mi y por eso esta entrada va en su nombre, con un gran cuento ademas.

martes, 8 de septiembre de 2009

LICORES Y TRAGOS CHILENOS


Parte importante de nuestro folklor, son los borrachitos a la chilena. Y claro siendo este el mes de la patria (que yo recuerdo a lo largo de todo el año, no necesito una fecha para recordar lo hermoso que es mi pais) quisiera presentarles una lista con tragos y licores chilensis amigos mios. claro que, primero les dejo una previa:

162.- Aquí te las traigo Peter
* 1 lt. Cerveza
* 300 cc de Vodka
Preparacion: tomese antes 300 cc de cerveza para animar el paladar y vierta cuidadosamente el vodka sin revolver, espere que los liquidos se combinen y tomese de la botella lentamente.

Advertencia: cierre puertas y ventanas y si tiene una amiga al lado, pidale que se vaya, por su bien.
(gentileza de José Luis Miranda 03/12/2008).

46.- Vidal Master
* 1 piscola reposada por una hora previamente
* 1 porción de jalea cuajada (de preferencia sabor guinda)
Cómase 1/4 de la Jalea, vierta el pisco en el resto que queda. Este trago es prácticamente mitológico ya que solo ha sido tomado unas 2 veces en la historia de la humanidad, es apto para personas de más de 100 Kg.. Trate de disfrutarlo si puede ya que es poderoso y curador.
(Gentileza de Fabián Palma) (un amigo se me adelanto y gentilmente le puso mi nombre a este trago, claro que con toda justicia le puso el apellido de su inventor).

aqui los demas, espero les alcanze el tiempo para probarlos todos:

http://www.curacavi.com/kz/

DIGAN NO A IE6




IE6: Hey chicos! ¿porque no me dejan jugar con ustedes?
Safari: ¡Vete a casa IE6!
Opera: Sí, ¡siempre rompes los mejores juguetes!
Firefox: No puedo creer que estés relacionado con ese tipo IE7
IE7: No me lo recuerden.

lunes, 7 de septiembre de 2009

SEPTIEMBRE: SABADO GIGANTE

Y sigo posteando eventos relacionados con Chile. Esta vez con el programa que mas tiempo se ha mantenido al aire en todo el mundo con un personaje ultra conocido. Claro que de verdad poco me importa el programa, por lo mismo decidi poner una parodia mas, asi como lo hice con el festival. Creo que esta parodia, supera a la anterior.

CORRE VIDEO!!!

LEET o 1337 (ULTRA GEEK)

Cómo leer y escribir en 1337

Leet (1337) es un lenguaje escrito o cifrado utilizado en correos electrónicos, mensajes de texto y otros medios electrónicos de comunicación. La raíz del término "leet" es la palabra elite (traducida como 31337) y 1337 fue inicialmente como un lenguaje exclusorio; un modo de codificar texto de modo que los mensajes solo puedan ser entendidos por los iniciados. La característica principal de 1337 es la substitución de símbolos y números por letras (por ejemplo, in el término "1337", 1=L, 3=E y 7=T), pero el lenguaje ha sido desarrollado intencionalmente para incluir faltas de ortografía, cambios en la pronunciación de las palabras y aun nuevas palabras. Si quieres estar familiarizado con el 1337, o solamente sientes curiosidad, este artículo te explicará los conceptos básicos de como leer y escribir en este siempre cambiante lenguaje.


Pasos


1. Ten en mente que el 1337 no es un lenguaje estático como el español u otro lenguaje. Leer 1337 puede ser muy difícil y el lenguaje puede no tener aparentar no tener ningún sentido, especialmente con las palabras nuevas, uso aleatorio de mayúsculas y la proliferación de ortografía alternativa para muchas palabras. Puedes aprender las líneas básicas para entender 1337, pero no existen reglas en realidad, son las personas las que alteran el lenguaje para que sirva a sus propósitos. Es importante tener en mente esto, aunque lo mismo puede ser dicho de cualquier lenguaje vivo; solamente que el 1337 es un lenguaje muy vivo y en constante cambio.

2. Piensa en las formas de los símbolos en vez de en su significado literal. Por ejemplo, un 5 se parece un poco a la letra S, así también el caracter $, entonces cualquier de estos símbolos(de entre otros) puede ser sustituido por la letra S. Cuando escribas en 1337, puedes seguir las instrucciones que se darán abajo, puedes también hacer las mismas substituciones que otra persona o por último, puedes hacer las que tu desees.

3. Combina dos o más símbolos y números para hacer letras, por ejemplo |= para la F o |3 para la B. De nuevo, es posible que encuentres combinaciones y sustituciones que son ampliamente usadas, esto no debe ser una razón para que no seas creativo creando unas nuevas y tampoco para que te sientas desmotivado si encuentras algo con lo que no estás familiarizado mientras lees.

4. Pon atención al contexto. Si no puedes encontrar el significado de un determinado símbolo, entonces intenta adivinar basándote en el significado de las letras(símbolos) que se encuentran alrededor. Es algo como jugar al ahorcado al tratar de adivinar las letras que no existen basándote en las que ya están escritas. Si una palabra no tiene sentido, entonces es probable que no la estés traduciendo bien o que no conozcas la jerga local. Trata de deducir el significado de la palabra viendo otras oraciones que contengan la misma palabra.

5. Familiarizate con los reemplazos fonéticos comunes. Además de los cambios símbolo/letra, el 1337 puede incluir letras que substituyen otras letras, sonidos o hasta palabras. Por ejemplo en inglés tendríamos f=ph, cks=xx, s=z o r=are. En español pq=porque, tons=entonces, k=que, etc. Esta práctica ciertamente no es algo que sea único del 1337. Tú no tienes que ser un 1337$p34|<3r (leetspeaker) para saber el significado de "i luv u" o "tkiero".

6. Prepárate para ver flagrantes faltas ortográficas. Por ejemplo "nuze"(no sé), "kewl"(cool) son algunos reemplazos fonéticos mientras que otros como "teh"(the), "ownt"(owned) en inglés o "aloh"(hola), "nas"(buenas tardes o buenas noches) en español han evolucionado independientemente así dentro del lenguaje. Otras variaciones, como la omisión de vocales son también comunes y son producto de la creatividad de los que hablan 1337.

7. Aprenda nuevas estructuras gramaticales. Debido a que el inglés es la base de este idioma, algunos usuarios de 1337 comunmente se desvian de la gramática normal del inglés y crean ciertas artificios. Por ejemplo, el sufijo "0rz" puede ser adicionado a una palabra para convertirla en plural o para añadirle énfasis, por ejemplo en la palabra "r0xx0r3d" para rocks donde "r0xx" sería el substituo de rocks. Otro sufijo común es "3d" y se usa para indicar el tiempo pasado de una palabra, así "rocked" se convierte en "r0xx0r3d". Algo que también se está volviendo común es la convención de cambiar los verbos a sustantivos al colocar el verbo precedido de la palabra "the" o "teh".

8. Abrace los acrónimos. Sí, el uso de acrónimos en 1337 es bastante común. Existe una tremenda cantidad de acrónimos además de los ya conocidos BTW(by the way), TTYL ("talk to you later"), priv("hablar por privado"), PM("private message") y el conocido LOL("laugh out loud").

9. Expande tu vocabulario. A pesar que muchas de las "nuevas" palabras en 1337 son simplemente cambios en el orden de las palabras o errores ortográficos ("taht", por ejemplo, o "pwn"), algunas fueron acuñadas por el medio como por ejemplo "nooblet" que significa newbie o novato. La mejor forma de obtener vocabulario es leyendo textos en 1337.

10. Adaptarse a la incosistencia. Algunas veces encontrarás diferentes formas de escribir la misma palabra. Ej: "skillz", "5k1||5" "$c1llz0r3d". Algunas veces las tres opciones se veran escritas por la misma persona. Existe bastante inconsistencia en el 1337, es mejor acostumbrase a ella.

11. Usa mayúsculas aleatoriamente. El uso de mayúsculas es una discutible parte integral del 1337. Algunas personas emplean un método consistente como colocar mayúsculas para todas las letras excepto para las vocales o solo para las letras finales, a pesar de eso muchos simplemente usan mayúsculas para cualquier letra que no ha sido reemplaza por algún símbolo.

12. Practica 1337 leyendo y estudiando el cuadro de abajo. La única forma de aprender 1337 es absorbiéndolo, leyéndolo y escribiéndolo. Puede que veas que este cuadro es útil, pero dado que la gente que usa 1337 es bastante creativo, este cuadro está obviamente incompleto.

Cuadro de 1337

* Nota:
o Los símbolos están separados por comas
o El símbolo | (Ejemplo: B = |3 ) es una raya vertical y no una "L" minúscula o una "i" mayúscula.
o El símbolo ` (Example: T = 7` ) no es un apóstrofe estándar, es más bien un acento grave.
o Ten también en mente que el uso de /-/ en vez de H por ejemplo, no es usado más frecuentemente que la letra normal en una conversación rápida. Para escribir una oración completa de esta forma puede implicar tres veces más tiempo, es así que las substituciones que impliquen una reducción del tiempo son las más comunmente usadas.

* A = 4, /-\, @, ^, /\ , //-\\
* B = 8, ]3, ]8, |3, |8, ]]3
* C = (, { , [[
* D = ), [}, |), |}, |>, [>, ]])
* E = 3, ii
* F = |=,(=, ]]=
* G = 6, 9, (_>, [[6
* H = #, |-|, (-), )-(, }{, }-{, {-}, /-/, \-\, |~|, []-[], ]]-[[
* I = 1, !, |, ][, []
* J = _|, u|, ;_[], ;_[[
* K = |<, |{, ][<, ]]<, []<
* L = |,1, |_, []_, ][_
* M = /\/\, |\/|, [\/], (\/), /V\, []V[], \\\, (T), ^^, .\\, //., ][\\//][,
* N = /\/, |\|, (\), /|/, [\], {\}, ][\][, []\[]
* O = 0, (), <>, *, [[]]
* P = |D, |*, |>, []D, ][D
* Q = (,) or 0, or O, (Aquí las comas son necesarias) [ [\] ] <- Aun mejor
* R = |2, |?, |-, ]]2 []2 ][2
* S = 5, $
* T = 7, +, ']', 7`, ~|~, -|-, ']['
* U = (_), |_|, \_\, /_/, \_/, []_[], ]_[
* V = \/ , \\//
* W = \/\/, |/\|, [/\], (/\), VV, ///, \^/, \\/\//
* X = ><, }{, )(
* Y = '/, %, `/, \j , ``//
* Z = 2, z, 7_



Consejos


* No tengas miedo de usar caracteres que no están en tu teclado. Tú puedes abrir un mundo de posibilidades usando caracteres especiales como ©, ®, ¢, €, ¥, y £, en tu 1337. Si el programa que estás usando tiene un mapa de caracteres puedes usarlo para insertar estos símbolos. Otro modo de hacerlo es escribir los caracteres en un procesador de texto y luego pegarlos en otra aplicación(esto no siempre funciona); otra opción es colocar el código HTML (ver enlaces relacionados); o también escribir directamente en código ASCII, para esto manten presionada la tecla ALT e ingresa los cuatro dígitos ASCII desde tu teclado numérico. Ej: ALT + 1076 = °

* Experimenta con diferentes cantidades de 1337-ción mientras estés editando. Técnicamente, es posible reemplazar todas las letras de una palabra por símbolos, pero esto puede llevar a consumir más tiempo leyendo y escribiendo. Por ejemplo "Yo tengo un gato blanco" puede ser traducido como "`/0 +3|\|60 |_||\| 6@+0 |}|@|\|(0" pero ninguna de las letras originales quedan en la traducción. Pero haciendo un reemplazo de no todas las palabras podemos tener "Y0 73n60 un 6470 b|4nc0"

* Si tu quieres ser realente creativo puedes bajarte paquetes de lenguajes especiales con caracteres cirílicos o cosas similares de modo que puedas incrementar la cantidad de caracteres que puedes usar.

* A pesar que el 1337 está basado en inglés, se ha propagado rapidamente a otros lenguajes. Esto se debe a que no es, técnicamente hablando, un idioma independiente, sino una forma de codificar el lenguaje escrito. Esto hace que el 1337 se increiblemente versátil.

* Visita el traductor 1337 y escribe unas cuantas oraciones. Mira las letras de tu oración y compáralas con las de la parte inferior. Cambia el grado de 1337-dad de 50% a 75% y luego a 100% y compáralos.

Advertencias

* La utilización de 1337 en foros tiende a disgustar a la gente y puede causar que te baneen sin contar el hecho que usarlo puede demostrar tu ignorancia de las reglas establecidas. Es también muy mal visto usar 1337 para evadir los filtros antispam.

* La creatividad es divertida y premiada en los círculos de 1337, pero ten siempre en cuenta que 1337 es primordialmente un medio de comunicación. Evita escribir 1337 totalmente incomprensible. No tiene sentido escribir algo que nadie más podrá leer.

fuente: http://es.wikihow.com

domingo, 6 de septiembre de 2009

EN UN RINCON DE LAS SIERRAS

Anduve medio perdido este fin de semana, tanta jarana seguro hace mal, pero no es lo que pasa por mi mente en estos momentos...



En un rincón de las sierras donde arden las estrellas,
dejé mi herida abierta en un valle de penas.
Casi sin darte cuenta se te puede enfermar el corazón,
cuando uno menos lo espera,
el veneno ya está en tus venas.

En un río de deshielo, al sol de una mañana
trajeron en un cuerpo a un ángel de montaña,
un par de ojos negros te pueden robar la ilusión
y no hay cura ni remedio que te haga ver mejor.

La luna y mi suerte, rompieron el encanto
perdí mi sueño en la noche que el ángel se hizo diablo.
Un par de ojos negros te pueden robar la ilusión
y no hay cura ni remedio que te haga ver mejor.

En un rincón de las sierras donde arden las estrellas,
dejé mi herida abierta en un valle de penas.
Casi sin darte cuenta se te puede enfermar el corazón,
cuando uno menos lo espera,
el veneno ya está en tus venas.


Y que se puede hacer cuando la imagen de una hermosa mujer se aparece una y otra vez en tus pensamientos... pelear para que, si cuando se quizo pelear perdiste de la peor manera. Ella gano sin hacer el menos esfuerzo y tu con tu corazon quedaron desparramados en el olvido.

La muerte no es una opcion, olvidarte tampoco, matarte si lo es.

viernes, 4 de septiembre de 2009

EL ESCUDO AT EXISTE?



Todos hemos tenido experiencias con gente que se acerca demasiado para hablar. A veces una compañera de universidad que no sabemos si es miope o le gustamos, a veces un compañero de oficina que te cuenta un chisme a 5 centímetros y encima escupe al hablar… en fin, hay casos más desagradables que otros, pero todos conocemos, creo, esa sensación de inquietud cuando alguien invade nuestro espacio personal, eso que los fans de la serie Evangelion identificarían con el escudo AT.

Considerando que en circunstancias especiales (como viajar en metro) esa incomodidad se atenúa o desaparece, los científicos siempre habían estimado que era una noción sociocultural pero, casi por accidente, Ralph Adolphs, profesor de sicología y neurociencia en Bren, y su alumno el Dr. Daniel P. Kennedy descubrieron que hay un núcleo físico que controla ese espacio personal, y la sensación de incomodidad cuando éste es vulnerado.

Todo empezó cuando ambos estudiaban a S.M., una paciente de 42 años con un extenso daño en el área del cerebro conocida como amígdala, no esas que tenemos en la garganta sino un corpúsculo que cada hemisferio de nuestro cerebro tiene más o menos en la mitad del lóbulo temporal. La paciente S.M. es una de las pocas personas en el mundo con una lesión bilateral prácticamente completa. En otras palabras, tiene ambas amígdalas inutilizadas.

S.M. mostraba incapacidad de reconocer ciertas emociones en la cara de otras personas, y al mismo tiempo se mostraba demasiado amistosa incluso con gente que apenas conocía. Intrigados por su comportamiento, la eligieron como marco de referencia para un estudio que denominaron “Stop Distance”, destinado a medir a qué distancia dejas de sentirte cómodo cuando un desconocido se te acerca: Mientras S.M. mostró una ligera reacción a 34 cm de distancia, los otros 20 voluntarios detenían la prueba a un promedio de 64cm.



Tradicionalmente se pensaba que las amígdalas controlaban los impulsos violentos o, dicho de otra manera, que ahí residía el control de la ira. Eso puede que también sea cierto, pero no invalida la tésis de los doctores, quienes plantearon que a lo mejor ese corpúsculo cerebral es lo único que diferencia la distancia de incomodidad de S.M. con la de una persona sin esa lesión en los lóbulos temporales.

Adolphs y Kennedy procedieron, por tanto, a hacer un segundo experimento con los 20 voluntarios, utilizando imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) para monitorear sus amígdalas mientras ellos, que no podían voltear, eran advertidos en algún momento del experimento que había una persona a sus espaldas. El experimento mostró cómo en el fMRI la zona de la amígdala se encendía fuertemente cuando el voluntario creía o sentía tener una persona cerca, por lo que los científicos han concluido que en esa zona el cerebro reside la noción que cada ser humano tiene de su espacio personal, y la regulación de cómo debemos relacionarnos socialmente en función de ese espacio. Este es un descubrimiento no menor, porque ayudará a entender la causa biológica de otros trastornos como por ejemplo el autismo.

Está claro que junto con el fenómeno real de sentir invadido nuestro espacio personal, hay otros factores que influyen aumentando o disminuyendo el impacto de éste. Por ejemplo, como dijimos al principio del artículo, en países muy densamente poblados, como Japón, o en circunstancias de hacinamiento temporal como un viaje en metro o un recital, las personas toleran casi completamente la molestia. En el caso inverso, Isaac Asimov describe en El Sol Desnudo un planeta con tan baja densidad poblacional que la sola idea de que dos seres humanos estuvieran en la misma habitación resultaba obscena.

Amígdala o enemígdala, seguirá siendo incómodo cuando un desconocido se nos acerque demasiado, pero ahora podremos pensar, en nuestro fuero interno: “A lo mejor no es un asaltante, sino sólo alguien con poca amígdala”.

fuente: www.fayerwayer.com

SEPTIEMBRE: FESTIVAL DE VIÑA DEL MAR

Sigo posteando cosas tipicas de mi tierra natal. lo de ahora, es mas bien una parodia tremenda al festival de Viña del mar. con el flaco y el indio en su mejor momento sin dudas. realmente notable esta parodia de la segunda pelicula de Dinamita Show... que tiempos aquellos!!!







segun yo, el festival es cada año mas porqueria. pero, de vez en cuando vienen bandas que si valen la pena. en su tiempo los monstruos de Krokus, Creedence Clearwater Revival, Faith No More, Kansas etc etc. (si, nombre solo bandas de rock y que tanto?).

Aun asi, es mundialmente conocido el festival que se realiza en Chile.

jueves, 3 de septiembre de 2009

SEPTIEMBRE: EL CALEUCHE

Comenzo el mes de septiembre, con el llegan las fiestas patrias, los volantines, bolitas, cometas, parrilladas, copa davis, clasificatorias mundialistas, anticuchos, fondas, ramadas, disfraces de huaso o pascuense para el colegio o liceo etc etc.

es un gran mes, esta de "cumpleaños" mi hermosa patria. quisiera compartir con ustedes en este mes, un poco de la historia (no politica, no discusion) de la mitologia chilota, tambien del sur y del norte, y lo q haya en general por estos lados del mundo.

empezare con, un barco fantasma...

EL CALEUCHE



Cuenta la leyenda que el Caleuche es un buque que navega y vaga por los mares de Chiloé y los canales del sur.

Está tripulado por brujos poderosos, y en las noches oscuras va profusamente iluminado. En sus navegaciones, a bordo se escucha música sin cesar. Se oculta en medio de una densa neblina, que él mismo produce. Jamás navega a la luz del día.

Si casualmente una persona, que no sea bruja se acerca, el Caleuche se transforma en un simple madero flotante; y si el individuo intenta apoderarse del madero, éste retrocede. Otras veces se convierte en una roca o en otro objeto cualquiera y se hace invisible.
Sus tripulantes se convierten en lobos marinos o en aves acuáticas.

Relatan que los tripulantes tienen una sola pierna para andar y que la otra está doblada por la espalda, por lo tanto andan a saltos y brincos. Todos son idiotas y desmemoriados, para asegurar el secreto de lo que ocurre a bordo.

Al Caleuche, no hay que mirarlo, porque los tripulantes castigan a los que los miran, volviéndose la boca torcida, la cabeza hacia la espalda o matándole de repente, por arte de brujería. El que quiera mirar al buque y no sufrir el castigo de la torcedura, debe tratar de que los tripulantes no se den cuenta. Este buque navega cerca de la costa y cuando se apodera de una persona, la lleva a visitar ciudades del fondo del mar y le descubre inmensos tesoros, invitándola a participar en ellos con la sola condición de no divulgar lo que ha visto. Si no lo hiciera así, los tripulantes del Caleuche, lo matarían en la primera ocasión que volvieran a encontrarse con él. Todos los que mueren ahogados son recogidos por el Caleuche, que tiene la facultad de hacer la navegación submarina y aparecer en el momento preciso en que se le necesita, para recoger a los náufragos y guardarlos en su seno, que les sirve de mansión eterna.

Cuando el Caleuche necesita reparar su casco o sus máquinas, escoge de preferencia los barrancos y acantilados, y allí, a altas horas de la noche, procede al trabajo.

cortesia: www.themetalgate.net , aunque nunca fue cortesia, llegue y lo saque pero filo, creo que se perdona.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

3 AÑOS Y 1 DIA PARA JAUREGUI


Clasico del futbol de Bolivia entre:

Blooming VS Oriente Petrolero

Ganaban los petroleros por 2 a 0. En ese instante el jugador Leonardo Medina (ex ACSI -Audax Club Sportivo Italiano, si es el audax de Chile-) calento al jugador Sergio Jauregui de Blooming, todo esto dio como resultado una agresion de parte de ambos.

Medina se iba del campo de juego, parecia que quedaba ahi. Cuando en eso aparece Jauregui y lo conecta con certera patada en el pecho, en un impacto descomunal.

Fuerzas policiales buscaron a Jauregui, pero este ya se habia ido del estadio.

Quieren verlo? bueno, pero alejen a cualquier niño presente en la sala por favor:



Im-presionante no?

como no recordar a Walter Queijeiro y su patada descendente al ver el video...

BRUNO, ARRANCAMOS EN "MI" EH!!!



EDIT:

PD: un año de castigo para el jugador Jauregui.

martes, 1 de septiembre de 2009

LA MUERTE DE UN GEEK


veamos, que nos dice wikipedia sobre el significado de geek. claro que puedo hacerlo yo mismo pero da una flojera terrible:

Geek (del inglés geek, pronunciado "guik" IPA /gik/) es un término que se utiliza para referirse a la persona fascinada por la tecnología y la informática. Se trata de un estilo de vida y una forma de ser. Aunque no suelen denominarse hackers o gurús, son en forma y fondo similares, con una afición concreta por algo poco habitual. Hace referencia a llamar peyorativamente a lo extraño.

El término "geek" en español está relacionado sólo con la tecnología, a diferencia del uso del término geek en inglés, que tiene un significado más amplio y equivalente al término español friki.


No creo que tenga algo de malo ser un geek. es mas, en muchos aspectos yo mismo lo soy, de ahi a hacer barbaridades como la que se ve en la foto, es un nivel completamente distinto al mio. aclarar que tampoco me interesa llegar a ese punto jajajajaja por suerte, tengo vida propia. mas alla de postear constantemente en blogs, foros o el mismo facebook (si, tengo vida aunque muchos no lo crean!!!).